Por
lo cual, y sabiendas de esta realidad, el ridículo debe ser un aspecto
clave a evitar.
Diferentes
son las maneras que nos pueden llevar a un estrepitoso bochorno, y
pese a que la perseverancia es una gran actitud a conservar, en
ciertos casos y para que la situación no se ennegrezca aun más, lo
mejor es una retirada.
Muchas líneas se han escrito de aquel que abandona tachándole de cobarde y
de cosas por el estilo, en parte, todos esos insultos e improperios
están justificados, pero para hilar con mayor exactitud es preferible conocer
el caso a fondo.
Uno
de los aspectos a tener en cuenta es si se trata de una retirada definitiva o
momentánea, ya que no es lo mismo abandonar definitivamente algo que dejarlo aparcado para regresar con más fuerza y no tener ni
ápice de oposición en la consecución de nuestra empresa.
Este
post se centra principalmente en otro tipo de retirada que puede tener
su ápice de sensatez, se trata de la retirada por vergüenza.
El
peligro de definir esta retirada con cierta corrección se basa en la
complicada línea de delimitar el ridículo de la dignidad y en la aún
más complicada labor, una vez enzarzados, de que la estamos liando
parda. Pero suponiendo un mundo idílico dónde estas “pequeñas”
objeciones no existan, nos centraremos más profundamente en este tipo
de abandono.
Claro está que si uno lo ha intentando realmente de corazón, a más no
poder, se habrá pegado un tortazo mayor al que sufrió el ciego en su ultima
aventura con el Lazarillo(de Tormes) y la situación no parece querer
encaminarse en la dirección deseada.
Quizás sea el momento de hacer
cierto balance y si es menester abandonar. Pero, no tomando esta
retirada como una derrota, sino como una enseñanza que debe
hacernos más fuertes y otorgamos mayor sabiduría y energía para
permitirnos actuar eficazmente en nuestro próximo episodio.
Por
el contrario, y sin ningún tipo de discusión, la típica retirada
por vagueza y “cansancio”, se postularía como una señal más de
que estamos encauzados en la vía de la insensatez.
Para terminar, decir que
la perseverancia debe ser nuestra compañera siempre y cuando no se
convierta en tozudez y la derrota sea prima del bochorno.
El consejo para esta semana es : Paciencia.
Y al igual que en otras semanas dar las gracias a
Elena Rodríguez Pérez por su colaboración e invitar a todo aquel
que tenga un tema en mente y quiera que se destroce aquí, que me lo
haga saber.