miércoles, 30 de marzo de 2016

ALCANCÍA

Hucha, cofre, cepillo... Desde nuestra más tierna infancia es un objeto presente en nuestra memoria. Bien sea de cerdo, de hojalata o un simple bote de cristal, el fín era siempre el mismo incentivar al ahorro.

Yo siempre he sido muy amante de las de hojalata que para abrirlas tienes que detrozarla no sin esfuerzo. Otras que me engorilan son las de barro y forma de cerdo, el  levantarlas por encima de mi cabeza, dejarlas caer y que mientras se hace añicos, salpiquen miles de monedas, es pura poesía. A mi esas modernuras que llevan tapa no me gustan, con esas ahorras menos, y pierde su funcionalidad esencial.

Normalmente no solemos dar lugar a tanto, pero poco gusto que da, coger una hucha de metal cargada hasta los trenques que te cueste levantarla, esa sensación de “alegría”, mezclada con deseo, es si cabe mayor, a la alegría en sí de obtener la recompensa.

Pese a que sé que no va a suceder, me gustaría que aquellos lectores viajeros comentaran el fenómeno de la hucha en otros países. A mí el fenómeno del pequeño ahorro es algo que siempre me ha llamado la atención, y no si es una “tradición” endémica de nuestro país o es un fenómeno también arraigado en otros sitios. Y no con ello me estoy refiriendo a que se venda, cosa que estoy seguro que sucede.

Porque en España es raro aquel que no ha tenido una hucha. Quizás sea un afán oculto por aquellas generaciones que pasaron dificultades e intentan de algún modo forzar/ acostumbrar a sus pupilos en la sana costumbre del ahorro, siempre pensando en lo que pueda pasar.

Es curioso como un objeto tan sencillo permanece en el tiempo, y no se le ven visos de abandonar de la estantería de “Los Chinos” a las primeras de cambio. Mientras haya monedas ahí estará la hucha, esperándote con amor.

Conclusión: La hucha mola un capazo y medio










Tolerantes.














Dar las gracias a Rocío Rodríguez Pérez. No sed tontos y proponed algún tema vosotros también. Nos vemos el próximo martes. 

martes, 22 de marzo de 2016

AUTORIDAD DEL PITO


Ya lo dijo Luis Aragonés, “El que es tonto Español, es tonto Español, y el que es tonto Inglés, es tonto Inglés”; sí, pero si quieres ver hasta que nivel puede llegar una persona de ser creída y tonta, dale una miaja de poder.



Da igual que sea policía, vigilante de seguridad o aparcacoches, hay ciertas personas a las que tener un cierto momento el poder y poder imponer su ley, les pone engorilados vivos. Da igual que seas limpiadora, que si tienes el suelo recién fregado y eso te da derecho a prohibir el paso a alguien por cierta zona, ese momento el ego llega a límites insospechados, y ay del pobre que intente pasarse a la torera tu ley, que un buen grito no se lo quita nadie, y pobre del que encima de todo esté cerca, que a lo mejor se lleva en los lomos un buen mochazo.



Yo no sé cómo será en el resto de países, pero es curioso que en España cuando menor suele ser el poder mayor es el ego, y si no me he equivocado suele ser así, tu le das a un tío una gorra y un pito, y le falta calle para pasar, pese a no ser nadie; a ese mismo lo haces capitán general, y como mucho es igual de creído.



Pese a que me voy a ganar unas críticas, a lo Djokovic, una de las mayores culpables de esto suelen ser las mujeres, porque claro conocida es la erótica del poder , y claro el que es de luces justas al verse con algo de autoridad, se cree que va a ligar cual si se fuese a acabar el mundo. Da igual que dé dolor al mirarlo, y claro, se crece y saca pecho cual palomo en posición de cortejo.



Conclusión, que el poder no os cambie.













Córtate las uñas de los pies.















Dar las gracias al Papa Francisco, a nuestro obispo José Manuel y a todos los fieles que cuidan de nuestra Iglesia. No sed tontos y proponed algún tema vosotros también. Nos vemos el próximo martes. 

miércoles, 16 de marzo de 2016

APARCAR

Difícilmente un concepto, a priori tan sencillo, causa tantos disgustos y quebraderos de cabeza. Aparcar es sin lugar a dudas, uno de los puntos clave a la hora de determinar si un conducto es profesional o no.

Yo que de vez en cuando soy de pillar disgustos, suelo ponerme bastante negro cuando en aparcamientos públicos veo un coche mal aparcado, ese tío que llega y arroja su vehículo cual toalla de  boxeador al borde KO. Ese coche que ocupa sus dos plazas reglamentarias, hace que me hierva la sangre, “es que si lo aparco en el hueco que pertenece es más fácil que me rallen el coche”, mira ganapán (SI RO, GANAPÁN)  de tres al cuarto, si te dejas el coche en tu garaje privado y vas en andador, aunque no lo creas, las posibilidades de sufrir daños en tu auto son mucho menores.

Aparcar suele decir mucho de la personalidad del conductor en sí, por ejemplo si uno aparca en una pequeña pendiente y cuando vuelve no lo encuentra en su sitio, si no que el vehículo está una miaja más abajo entrompado en otro vehículo, pues sin lugar a duda estamos ante un genio de la concentración, posiblemente sea una persona muy fría a la par que calculadora, ¡miau!

Aparte de la personalidad, nos dice de un modo sencillo el que hace poco que se ha sacado el carné, el que afronta el aparcamiento como si fuese una ecuación de segundo grado diciendo la fórmula en voz alta “menos  be, más menos raíz…dos vueltas de volante hacia la derecha, tiro hacia atrás y cuando…” creo que no hace falta que indique que es posible que aún le falte parte del carné por pagar.

             El cansancio y el hartazgo  también se notan, yo ahora estoy en un punto que prefiero andar 10 metros y dejar el coche metido hay de frente a estar que si gira que si mira, sólo de pensarlo me da pereza.

Conclusión, pues es sencilla haragán: cuidadito, los demás coches no tienen culpa de tu falta de habilidad a la hora de aparcar.










Átate las cordoneras







Dar las gracias a Rocío Rodríguez Pérez. No sed tontos y proponed algún tema vosotros también. Nos vemos el próximo martes. 

martes, 8 de marzo de 2016

AZADÓN


Mi padre, hijo de una España rural, decía no sin falta de razón, “tantos inventos que hacen, no se por qué no hacen una azà con mando a distancia”. Desde mi ignorancia pienso yo que quizás se deba a que los señores “inventores” no son mucho de trabajar la tierra.



Muchas veces he hablado desde aquí que si el gran conocido esto, el gran desconocido aquello, pero ningún utensilio se merece tan fuertemente ese apelativo, como ejemplo la votación que ha dado como resultado el tema a tratar esta semana, puedo apostarme mis bienes sin miedo a perderlos, que pocos de los votantes realmente han tenido relación directa con él, pero claro es un utensilio rural y eso, extrañamente, siempre hace gracia. Seguramente se puedan contar con los dedos de una manos aquellos que no han sido víctima de callos, en esta parte del cuerpo humano que estamos utilizando para contar. Como decía es rural y todo lo rural es gracioso aunque lo realmente cómico seria ver a más de uno trabajar con él, desde la soledad y protección del portátil o móvil muchos se reirán de mí infravalorando el valor de manejar una azada, ante gente así no hace falta defensa, acepto sus risas de buen agrado.



Olvidándonos del aspecto laboral que acompaña a este utensilio, y tal vez sea culpable de su fama es, desde un punto de vista literaía su faceta de arma, usada insensatamente en grandes disputas por lindes y mi favorita: su utilización como herramienta educativa.



La conclusión está clara, aquí lo que sobra es tontuna.









 Baila













Dar las gracias a Rocío Rodríguez Pérez. No sed tontos y proponed algún tema vosotros también. Nos vemos el próximo martes

martes, 1 de marzo de 2016

CLÁSICOS BÁSICOS

No me gusta a mi mucho llevar a las personas en volandas del engaño, por eso si alguien espera en este post leer algo sobre música, literatura o cosas por el estilo, ya le digo que esta semana va a ser que no.

Hay situaciones en nuestra vida que, cual día de la marmota, se repiten en un bucle que tiende a infinito, se repiten de tal manera, que ya forma parte de nuestro inconsciente, convirtiendose en pequeños clásicos básicos del día a día. Un gran clásico sucede cuando la sensatez abandona los mandos de la nave en una noche de fiesta, al día siguiente el señor Manolo del Bombo se encuentra instalado en interior de tu cabeza sin parar de animar a la selección de sus amores, es en ese momento cuando te perjuras que es la última vez que bebes  pero todos sabemos lo que más pronto que tarde volverá a pasar.

Un clásico bastante básico de nuestra vida cotidiana, dada la idiosincrasia que nos da nuestro espíritu mediterráneo, es ir con el culo pegado en todo: a última hora a la compra,colas del quince; el examen se estudia el día de antes, cinco y por los pelos, y así un largo sin fin, y un sin fin tan largo de excusas y promesas de que no volverá a pasar, que hacen que hasta nos lo creamos y todo.

Un clásico bastante básico que se nos repite son las conversaciones absurdas o los silencios incómodos de ascensor, no sé qué tienen esas paredes, que puedes ver a alguien por la calle saludarlo con efusividad, pero es meteros en ascensor y vuestro temperamento se apaga.

Pocas cosas hay más clásicas que los consejos de madres/abuelas/ lo que sea, en una noche de fiesta o durante un viaje, yo salgo de fiesta gorda y si no me indican que tenga cuidado, voy que me falta algo, pocas cosas hay más clásicas y sensatas que un buen consejo.

Esta última referencia va por petición a ciertos lectores… ese no hay condones, tírale no pasa nada que esta la marcha atrás, provoca muchas veces durante unos días que los testículos masculinos abandonen su tradicional posición en el cuerpo para situarse cercanos al cuello, cuando sale todo bien se juran que no volverá a pasar y..¿que creéis que pasa?, voy obviar hablar del tema, que hacen los caracoles para ponerse al sol.

Bueno voy a dejar de escribir y proceder a la conclusión, que  hay muchas cosas que hacer más provechosas que leer este blog. Como conclusión, por muy clásico que sean ciertos comportamientos malos, si se van abandonado no pasa nada.










Saca la basura (no me refiero a la bolsa con desperdicios).











Dar las gracias a Rocío Rodríguez Pérez. No sed tontos y proponed algún tema vosotros también. Nos vemos el próximo martes.