Cuando uno realiza un discurso donde se gusta a sí mismo y donde
a cada palabra que pronuncia se encuentra más seducido por su capacidad de
oratoria, no es difícil que se distraiga y se acabe yendo por los cerros de Úbeda.
En el fondo cierta dispersidad es buena, demuestra humanidad, espontaneidad y
creatividad es buena, pero una cosa es una cosa y otra cosa es una manzana.
Al hablar si nuestra locuacidad está marcada por nuestra
falta de seriedad a la hora de esturar los pensamientos, nos puede llevar a
obtener ciertas críticas, pero eso no es
todo lo malo.
Todos estaremos un poco hasta el ombligo de frases como “Se
distrae con una mosca”, y no es por caer en tópicos de madre, pero hay que estar
centrado en ciertas tareas.
La fiesta, lo permite todo, es así de promiscua ella, las
risas y las tontunas las acepta sin rechistar, y normalmente las risas las aguanta
de buena manera, pero el mundo real mucho más duro, vaya cabronazo.
El mundo del estudiante puede ser bastante malaje en este
aspecto, pero su maldad se queda en la suela de los zapatos de lo que el mundo
laboral nos ofrece, claro tu trabajas en una gasolinera te dicen que eches
gasoil y echas gasolina y la gente se lo toma, mas mal que todas las cosas, fíjate
que una tontuna sin importancia de estas te puede costar el trabajo. Es que la
gente es más mala…
Consejo de la semana, cabeza.
La semana que viene más no ser tontos y proponer tema.