Hay que ver lo poco dados que somos a decir las cosas con
claridad, ingenuamente una parte de nuestro cerebro piensa que estamos
engañando a alguien, cuando en realidad no es así.
Está claro que para trasmitir noticias negativas hace falta
cierto tacto, pero estos arrodeos lingüísticos que realizamos son sobre
cualquier materia, hemos entrado ya en una dinámica difícil de salir.
Son diferentes los escenarios donde solamos hacer estos pequeños
requiebros al lenguaje:
-Escusas
baratas: Suele ser una manera suave de rechazar un plan, o de justificarnos
ante algún hecho. Aunque en la mayoría de los casos queda clara la verdadera
situación en ciertos casos puede ser una manera elegante de expresión.
-Malas noticias.
Quitando algún que otro enfermo, a la gente corriente no le gusta ser portadora
de malas noticias, de ahí que cuando tenemos que encargarnos de esta misión
adornemos un poco la situación.
-Cosas normales
y corrientes. Esta es la que más me saca de quicio y la que menos sentido tiene.
Con ella parecemos hacer una alegoría a la situación vivida en la famosa nove
la de George Orwell con el neolenguaje. Donde las palabras negativas como malo no
estaban en diccionario, con lo cual para decir que un restaurante es malo, decimos que no es bueno, que no es muy
bueno etc. En el fondo marear la perdiz tontamente porque nuestro diccionario
si tiene palabras para definir esas situaciones.
Muchas veces queremos ser tan guais y tan chulos, que parecer
que no la toquemos con papel de fumar. Mucha tontería es lo que sobra aquí.
Resumen: Las cosas claras y el chocolate espeso.
Come caliente.
No sed tontos y proponed algún tema vosotros también. Nos
vemos el próximo viernes. Si alguien lo considera oportuno y se siente con
fuerzas, sepa que el puesto de corrector ortográfico está libre.
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