Con
más frecuencia de lo habitual nos cruzamos con estas personas soportadoras de nuestros disparates. En momentos de cordura, los
cabalgadores de gin-tonic y taburetes de escay son alabados por la
dureza de su trabajo y por todo lo que tienen que aguantar.
Todos sabemos, en teoría, las cualidades que deben tener estos señores, pero cuando
uno realiza una cruzada por los diferentes dispensarios de alcohol y
tapas, se da cuenta de que ciertas cualidades son conceptos abstractos
en vez de una realidad empírica.
Las
cualidades que muchas veces copan el currículo de estos hosteleros son: la antipatía y la falta de modales.
Lo extraño no es que un
camarero tenga cualidades tan antagónicas con el servicio al
publico, lo realmente sorprendente es que los establecimientos donde
se encuentra el "hábitat" de esta persona estén siempre llenos a rebosar.
Algún extraño magnetismo envuelve a estos camareros, a
los que la novedosa formula del mal servicio le da resultado.
Por
mi parte, soy de adorar a estos verdaderos profesionales del servicio
al público, ese incansable caballero de camisa blanca y mandil en la
cintura, raudo, de memoria insaciable y perfectos modales. Aunque
muchas veces la clientela no acompañe con su presencia.
Por
otro lado, una batalla que tienen perdida estos señores es la de los
cansinos y borrachos, estos sí que son insaciables con su capacidad para
producir hartazgo. Tienen el cielo pagado con estos energúmenos
y es aquí dónde estos señores se sacan el máster que indica su
profesionalidad.
Respeto y fuerza para los ingenieros de las tapas y las cañas.
El consejo de la semana
es : Compostura .
Agradecer
su colaboración a Elena Rodríguez Pérez. Hasta el próximo
martes..