Como toda fiesta, ésta
suele estar envuelta por una aureola de alegría y felicidad, pero en
este caso aún si cabe tiene una vuelta de tuerca más, ya que este
acto cuenta con un plus de cariño.
Diversos son los motivos
que nos pueden llevar a la creación o la participación en una de
estas fiestas. Pero aunque todas estén basadas en la alegría, los
motivos que nos llevan a ella pueden ser más o menos melancólicos , cosa
que influye directamente en el devenir de ésta y, aunque en una
fiesta convencional no suele ser habitual su presencia, cuando está es
en pro de una despedida, el llanto suele hacer presencia con
bastante asiduidad y aunque la lágrima esté relacionada con la
tristeza y lo negativo en esta ocasión, este líquido salino
desprendido de nuestros ojos se encuentra envuelto con un
inconfundible manto de cariño y amistad que nos hace esbozar una
leve sonrisa complaciente.
Otras veces, los motivos
por lo que nos vemos inmiscuidos en una fiesta sorpresa son a priori
más alegres y más cercanos a lo que viene siendo una fiesta
convencional.
Los motivos que suelen guiar esta celebración suelen
estar relacionados con alguna onomástica, con la celebración de
algún triunfo deportivo, académico o por cosas por el estilo.
Organizar una fiesta
sorpresa suele ser motivo de gran alegría. Si bien, ser el encargado
en organizar algo suelen suponer un acto de responsabilidad que no
todo el mundo está dispuesto asumir. Cuando la fiesta es sorpresa
inmiscuirse en las tareas de organización parece tener un plus de
recompensa. Ya que si se es de espíritu bondadoso y realmente dicha
fiesta se hace con ganas, es fácil que la ilusión nos invada al
pensar en el exitoso resultado final de nuestra sorpresa.
No estamos descubriendo
la pólvora si decimos que hay ciertas personas a las que no le gustan
este tipo de sorpresas. Por lo que, en parte, debemos de conocer mucho
a la persona a la que se le va a hacer el acto en cuestión.
Hay
personas
a las que les gusta tenerlo todo bajo control y éstas situaciones
inesperadas les pone nerviosas por lo que no se sienten
cómodas y no disfrutan de su fiesta como deberían. Al principio
parecen displicentes con el acto que en sí se celebra. Pero cuando el
nerviosismo abandona su cuerpo agradecen igualmente la fiesta y se
encuentran felices por tal acto.
Como conclusión final, decir que, al igual que sucede en muchas cosas, lo importante no es el
resultado en sí, sino la intención.
A veces, la fiesta saldrá mejor que otras, en cambio el resultado dará bastante que desear, pero lo
importante es el mensaje que con ella se quiere.
Que es, sin duda, que te has acordado de la otra persona y que te apetece irte de
jarana con ella y dejarlo todo hecho un solar.
El consejo para esta semana es : Constancia.
Quisiera dar las gracias
por su colaboración a Elena Rodríguez Pérez. Y al igual que en
otras semanas invitar a todo aquel que tenga un tema en mente y
quiera que se destroce aquí, que me lo haga saber.
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