martes, 14 de junio de 2016

MESILLA DE NOCHE

¿Dónde si no en este blog se iba a tratar  un tema de esta índole? Donde unos ven un simple mueble y son capaces de pensar que es prescindible yo veo mucho más.

Comienza en esas noches en las que uno llega a oscuras y con los pies al descubierto y -por alguna extraña razón- los cálculos fallan dándonos un severo golpe en nuestros frágiles dedos del pie; y no acaba aquí ese espíritu bromista del mueble del que hoy tratamos. Ya algunos muebles están fabricados con cierta saña y la parte superior tiene unas esquinas, de esas que un mal sueño o una sorpresiva circunstancia, a la hora de levantarnos nos hace un tatuaje momentáneo en nuestra frente, pero no por ello los puros de corazón dejaremos de amar a la mesilla.

La mesilla de noche siempre tiene un cajón que mejor no abrir, da igual el número de cajones que tenga, ese cajón existe. Muchas veces -el anterior mencionado cajón- puede ser una manera prematura de detectar comienzos del síndrome de Diógenes.

Pero, ¿y lo útil que es una mesilla? junto a la cama y las persianas es la pieza más importante de una habitación. ¿Qué no tengo claro donde dejar esto? a la mesilla, ¿qué mañana me tengo que llevar una cosa importantísima y no quiero que se me olvide? a la mesilla.

Luego en ausencia de ésta el corazón henchido de tristeza, tienes que buscar alternativas: una silla, el suelo, una caja de la fruta... pero ninguna lo hace también como tú, querida mesilla de noche.

Como finalización, si de vez en cuanto le pasas un trapo húmedo por encima, no pasa nada, no se va a quejar ni llamar al sindicato de muebles.








No te enojes hombre de Dios.










Dar las gracias a Rocío Rodríguez Pérez por su colaboración. No sed tontos y proponed algún tema vosotros también. Nos vemos el próximo martes.

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