Se me llenan los poros de mi
cuerpo de alegría y las orejas me hacen palmas de satisfacción, cada vez que
desde la barra un hombre cuya barriga hace lustros que le impiden ver su
miembro viril critica a la juventud diciendo que nada mas que les gusta beber y
fumar porros en vez de hacer cosas sanas como practicar deporte.
Las barras de los bares tienen
unas propiedades extraordinarias. Me extraña mucho que el señor Iker no realice
programas sobre los sucesos paradigmáticos
que en torno a ella se producen.
Una extraña fuerza envuelve a
todo a aquel que junto a ella se reúne. Debe de expulsar algunos efluvios mágicos
o posiblemente su material este secado de la cantera de los dioses. La cosa es
que trasmite superpoderes.
Da igual que sea de hierro, de
madera o de obra sus efectos son los mismos. La población que la merodea tiene
el poder de solucionar el mundo. Se les ocurren ideas brillantísimas, que jamás
otra persona en su sano juicio y fuera de los magnéticos poderes que confieren
a esta barra, diría.
Lo que no me explico yo es por
que el congreso de los diputados no lo cambiar por un bar gigante una
descomunal barra que le de la vuelta a todo el recinto. Así los señores
diputados, se verían envueltos por una aura de gracia y sabiduría y serian
mejores personas y solucionaban todos los problemas en media hora de almuerzo.
Quizás la barra no tenga ningún
efecto, y como siempre somos unos cobardes y tras la barrera los toros son mas fáciles,
la ecuación la política... se ven mejor. Tal vez seamos los mismo cobardes y
personas pasotas, que una vez que salimos de la barra nos la suda todo, ya lo
criticaremos y no haremos nada tras la barra.
El consejo de la semana es que no
te de todo igual.
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