Si prestamos una chispa
de atención, sin mucho esfuerzo veremos que, desde que la producción de
utensilios electrónicos empezó a ser algo habitual, estos objetos
permitían tanto encenderse, como
apagarse. “Cuento esto y me quedo tan agusto”.
Pese
a que alguno no lo crea, nosotros no somos aparatos electrónicos,
aun así, de manera intrínseca
llevamos cierto dispositivo que nos hace evadirnos y desconectar de
la realidad.
El problema es cuando este mecanismo se activa solo.
Tú estas viendo la tanda
final de penaltis del mundial y va la televisión sola y se apaga.
El
cabreo en esa situación es descomunal y maldecimos con ahínco al
creador de tal broma macabra, pues igual de caprichoso es nuestro
cerebro, que así de repente empieza a pensar en otras cosas.
Pero ni avisa
ni na. “ Tendrá
malasombra”.
Un
televisor lo puedes cambiar, puedes llamar al señor técnico, darle un par de
golpecitos también suele ser una solución de bien.
Pero claro ¡A ver qué pijo haces con la cabeza!. “Sólo te faltaba
pegarle un par de golpes...”.
Si eres de mente dispersa, imaginación incalculable o te gusta estar al tanto de todo, tienes un serio problema. “Ay que
suerte, yo no soy ninguna de las tres..”. Tienes un
problema ya que tu botón de "off" se pulsará accidentalmente con más
frecuencia de la recomendable.
Los expertos y yo recomendamos regular el tiempo
de esfuerzo mental y hacer una parada de vez en cuando. El problema
es cuando la regulación del tiempo no depende de nosotros, en tal
caso, aprieta el culo y los dientes. “anda que la
reflexión ”.
El consejo de la semana
es :Conciencia.
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