En este mundo, donde vamos de un sitio para
otro “arre que es tarde", muchas veces no nos paramos a disfrutar del
momento. Lo que interesa simplemente es llegar, y cuando más cómodos mejor, por
eso las autopistas y autovías son apreciadas por los conductores.
Los viajes han perdido cierto romanticismo, ya
que las comunicaciones han avanzado ferozmente y permiten comunicar con más
frecuencia a dos ciudades que hasta hace poco eran unas meras desconocidas
entre sí.
Esos merenderos en mitad de una carretera
nacional, llenos de intrépidos conductores haciendo una miaja de descanso en su
aciago viaje, esos pueblos atravesados por carreteras que permitían a los
señores viajeros conocer un poco más de su país, han quedado prácticamente en
el olvido.
La evolución es buena, y no seré yo el que me
oponga a un tren de alta velocidad o a viajar en avión, simplemente que de vez
en cuando una carretera mal asfaltada y llena de curvas atravesando un buen
monte también tiene su belleza, aunque os encabezonéis en simplemente disfrutar
del camping que hay al otro lado.
De vez en cuando tenemos que emborracharnos de
calma y disfrutar. Y ahora que es temporada alta de viajes, los paisajes y
carreteras no desmerecen nuestra atención. Por ejemplo: esa bajada del “Pinar
del Duque” cuando vas por la A-317 no tiene nada que envidiar a muchos
castillos e iglesias, el estar en lo alto de la montaña y asomarte al
precipicio y ver esa zigzagueante pequeña carretera, esas largas llanuras de La
Mancha es poesía solo apreciable por aquellos conductores que tienen un sexto
sentido para el arte. Y así podría citar miles de países y de carreteras, pero
prefiero que las descubráis vosotros.
Feliz verano, feliz viaje, ¡ah! y no
creáis que las sendas y rustas que hay por los montes tienen menos belleza o
poesía. Simplemente éste no era su turno.
Como conclusión disfruta de la travesía.
Festeja de corazón.
Dar
las gracias a Carmen Yanguas por la corrección. No sed tontos y
proponed algún tema vosotros también. Nos vemos el próximo
martes.
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