miércoles, 26 de agosto de 2015

SORPRESA, SORPRESA.

Hace ya unos días mantuve una conversación sobre la idoneidad o no de realizar sorpresas, la opinión que tenía al respecto la otra persona era negativa, lo triste del asunto es que dicha negatividad se basaba solo en malas experiencias.

Ya ha llovido mucho desde que la señorita Gemio Cardoso presentaba aquel programa televiso del cual he sacado el título para este post. La trama del programa no entrañaba gran complicación, se trataba de dar sorpresas, esos sí todas positivas. La mayoría de las cosas que tiene bajo su manija la televisión consta de un denominador común: organización.

La gente corriente y de a pie suele tener un par de virtudes: la desorganización y la impuntualidad, digo virtudes ya que la mayoría sacan más pecho con esto que un palomo en celo, si a todo esto se le une una mínima capacidad asertiva el cóctel es el 90% de la población.

La razón principal por la que hacer una sorpresa es producir una alegría a la persona receptora, pero muchas veces nuestros egos, o que somos más tontos que un pie hacen que pensemos más en nosotros.

Yo como gurú y soñador (podríamos decir que soy un Amelie de la vida) estoy totalmente a favor de las sorpresas, pero eso si las sorpresas bien hechas, para hacer una chapuza mejor estarse quieto. Hacer una gran sorpresa no es una cosa baladí, requiere conocer mucho a la otra persona y organizarlo todo minuciosamente, luego la gente que implicada debe actuar en consecuencia, si decimos un ejemplo de quedar a las 8 p.m. para dar la sorpresa no acudir a las 10 p.m porque te estabas haciendo la pedicura, con gente así uno pierde la ilusión, los Reyes Magos lloran por tu aptitud, con gente como esa es normal que ciertas personas odien las sorpresas.

Otro de los motivos por los que ciertas personas tienen animadversión a las sorpresas es porque les gusta tenerlo todo bajo control y ser ellos quienes manejan siempre la nave, un poco de humildad y de espíritu de Campanilla de vez en cuando mal de todo no vienen.


Como conclusión hay que ilusionarse por las cosas y dar sorpresitas de vez en cuando ( eso sí,  bien preparadas) no hace falta que sea muy grande, lo importante es sorprender positivamente al otro y no lucirnos nosotros.

















Después de hacer ejercicio realiza estiramientos.















Dar las gracias a Rocío Rodríguez Pérez por la corrección. No sed tontos y proponed algún tema vosotros también. Nos vemos el próximo martes.

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