Otra cosa no pero quejarnos... más que a un tonto un lápiz. Que si
esta comida está mala, que si este blog es una mierda, venga y así una
tras otra. ¡Hombre ya, que tampoco es para eso! Que sí, que hay muchas
cosas que son dignas de combustión espontánea, pero por lo menos hay dos
o tres cosas que no, fijémonos en ellas.
Es que claro, cuando un país tiene tantas fichas federativas en
este deporte, es fácil extrapolarlo a todos lados. Uno de los sitios
donde más se crece uno es un bar, y cuando más clásico y tradicional sea
este bar más viva es la queja. No se que extraña explicación envuelve
este caso pero mis palabras sobre esto son pura verdad.
Quejarse así con los colegas es fácil, eso no tiene mérito alguno,
sobretodo cuando las quejas no son modificadoras de comportamiento. No
que si tal bar son unos cabrones que si el dueño es un marrano que si
patatín que si patatán pero al día siguiente se cena allí, menos quejas
entonces.
Hay un concepto que por la forma de actuar parece que muchos
desconocen: son las hojas de reclamaciones, os animo desde aquí os
informéis sobre ellas, sorprenderá su utilidad.
No se me embrabuconen y piensen, que con esto estoy diciendo que lo
tenemos que ver todo bien y que si nos hacen una metía sonaríamos, digo
que para quejarse de boquilla nada, aunque sé que se queda uno muy a
gusto.
Como conclusión disfruta y quéjate lo justo.
Consejo de la semana: Recapacita
Dar las gracias a Rocío Pérez por su colaboración. Nos vemos el próximo martes.
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