No sé si es nuestro espíritu mediterráneo o alguna mierda de
esas que utilizan los entendidos a la hora de definir el carácter de las
personas, la cosa es que nos gusta alargar las reuniones más que a los pavos la
mierda.
Por ejemplo, quedar a tomar una cerveza antes de comer es un
acto que entraña más peligro que una caja bombas, he aquí donde las mentes
frías y corazones sensatos pueden destacar sobre el resto, ya que una persona
que no sea capaz de agarrar las riendas con firmeza y aptitud, este pequeño
aperitivo le puede derivar en llegar a rastras a su portal 12 horas después, y
yo soy de ver muchas cosas bien pero lo que es esto no.
Si las pre-comidas son peligrosas no te vayas tu a pensar que
las post-comidas se quedan cortas. Aquí sí que es verdad que como los
comensales vaya con tiempo, puede acabar ardiendo Troya. Que aquí la gente es
muy de venga chupito venga tontuna y luego acaban en el sillón de atrás del
coche patrulla.
Mi opinión sobre el tema está clara: “Bien”. Sin lugar a
dudas los pre y post comidas suelen ser momentos bastantes distendidos, más que
las comidas en sí, muchas veces la informalidad de estos hacen que la
socialización de las personas fluya y las conversaciones y la amistad pueden
tomar rienda suelta junto a unos buenos capazos de risas, el problema es cuando
hay más cosas a rienda suelta como el alcohol y la falta de vergüenza.
Un buen aperitivo y un café eternos están de lujo siempre y
cuando llevemos sensatez en la cartera y el móvil si puede ser sin batería.
No complejos
Dar las gracias a Rocío Rodríguez Pérez por la corrección. No
sed tontos y proponed algún tema vosotros también. Nos vemos el próximo martes
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